miércoles, 26 de noviembre de 2014

Bibliografía 10. Miriam Patón Rosillo

Contreras A.L, Mayo G,V,A, Alfonso Romaní D... Malnutrición del adulto mayor y factores asociados en el distrito de Perú. Rev Med Hered. 4 (3); 2013.

MALNUTRICIÓN EN ANCIANOS


El proceso de envejecimiento implica una serie de cambios que repercuten directamente sobre el estado nutricional de la población adulta mayor, que la hace vulnerable con un riesgo elevado de sufrir deficiencias nutricionales. La pérdida del gusto u olfato, anorexia asociada a factores psicosociales, problemas masticatorios y de deglución, trastornos neurodegenerativos, enfermedades como el cáncer o cambios en la composición corporal, se consideran factores de riesgo. 

Según un estudio realizado por la OMS, en el año 2002 existían alrededor de 600 millones de adultos mayores, de los cuales cerca de 400 millones pertenecían a países en vías de desarrollo, además, se proyecta que para el año 2025 la cantidad de personas de este grupo etario será el doble de la actual. En el Perú, este grupo conforma el 9,1 % de la población total y está centrado en su mayoría en las zonas urbanas.

Se conoce poco sobre los pobladores de las zonas rurales alto andinas, se sabe que cerca del 50% de los pobladores sufren de desnutrición crónica. Los adultos mayores son particularmente vulnerables de padecer malnutrición, y la malnutrición calórico-proteica es un problema común en el adulto mayor.

La pérdida de peso es un signo cardinal de desnutrición calórico proteica, las variaciones en el peso suelen ser medidas fáciles y prácticas de tomar, aunque otras variables pueden verse afectadas por los cambios asociados a las comorbilidades o al propio envejecimiento, tal como el índice de masa corporal. 

Las estrategias para optimizar el estado nutricional deben ser individualizadas, las condiciones que alteren el apetito como depresión, dolor, constipación, salud oral, deben ser tratados; en pacientes institucionalizados deben evitarse periodos prolongados de ayuno, se debe optimizar el apoyo familiar e institucional para la asistencia con la alimentación.

Entre otros factores principales relacionados con la malnutrición tenemos: la falta de acceso a comida de alto valor nutritivo; la soledad, dado que comer es una actividad social por lo que simplemente compartir tiempo al desayunar o almorzar aumenta el placer de hacerlo. 

En una investigación sobre los factores de riesgo asociados a la malnutrición en adultos mayores en Nueva Zelanda, se encontró entre las causas de alto riesgo de la malnutrición, el súbito cambio de peso, la percepción del propio peso, el comer solo, así y un menor consumo de leche.









Bibliografía 9. Miriam Patón Rosillo

Bórquez P, Romero C; El paciente oncológico geriátrico; Rev Chilena de Cirugía. 59 (6); Dic 2007: págs 467-471. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-40262007000600015&script=sci_arttext


CUIDADOS PALIATIVOS DEL ANCIANO CON CÁNCER AVANZADO

La OMS definió a los cuidados paliativos como el cuidado activo y total a cargo de un equipo multiprofesional cuando el objetivo del tratamiento ya no es la curación. El cuidado paliativo enfatiza el alivio del dolor y de otros síntomas, integrando en la atención el cuidado físico, psicológico, social y espiritual. 

A nivel mundial más de la mitad de las enfermedades malignas se detectan en pacientes mayores de 65 años y en muchas de ellas no se llega a un diagnóstico en forma precoz, por lo que no se puede establecer un tratamiento adecuado debido al estado avanzado de la enfermedad. Esto determina un gran número de pacientes adultos mayores en cuidados paliativos, y Chile no escapa a esa realidad. 

El año 2005, del total de ingresos al programa de alivio del dolor y cuidados paliativos por cáncer avanzado del MINSAL, los mayores de 65 años representan un 60,1%. En la décima región, en la provincia de Osorno un 63,6% de los ingresos correspondió al grupo de mayores de 60 años durante el año 2006.

CUIDADOS PALIATIVOS Y GERIATRÍA, MÁS ALLÁ DE LA MEDICINA TRADICIONAL

La geriatría y los cuidados paliativos son ramas diferentes de la medicina que, sin embargo, comparten una serie de características: ambas han tenido un desarrollo creciente en las últimas décadas, intentan mejorar la calidad de vida, entregar una atención integral y un manejo interdisciplinario a los pacientes.

El problema del anciano con cáncer avanzado traspasa el ámbito meramente sanitario para convertirse en un problema social y económico. Se pierde progresivamente la capacidad de autovalencia. Esto se traduce en una falta de seguimiento del tratamiento, desnutrición, higiene defectuosa, aparición de escaras entre otras. Afortunadamente, es frecuente que el anciano reciba ayuda de la familia o los vecinos, y se evita una buena parte de estos problemas. Sin embargo, cada vez existe una mayor presión para que el anciano con cáncer pase el período terminal ingresado en el hospital, con la consiguiente sobrecarga asistencial. Esto da lugar a ingresos repetidos, a menudo innecesarios, para controlar o paliar las complicaciones que surgen y otras veces sólo por motivos sociales.

 Las razones que se aducen para ello son variadas, pero hay dos que se repiten con frecuencia: la imposibilidad de la familia para atenderlo, por problemas laborales, falta de espacio, presencia de niños, y por la sensación de falta de atención médica en el domicilio. De este modo una atención integral por parte de la medicina paliativa, a través de un equipo multi-disciplinario, es esencial para estos pacientes y su familia, extendiendo la atención hacia el hogar del anciano; así se maneja mejor un factor que aumenta el sufrimiento, como es estar fuera de su entorno y sin sus seres queridos.

Los síntomas que presenta el anciano con cáncer avanzado pueden ser secundarios al cáncer que padece, al tratamiento, a los fármacos, a la desnutrición, y/o a la comorbilidad. El dolor es el síntoma más frecuente y más temido en los pacientes ancianos con cáncer avanzado, al igual que para la población general. Puede producir por si mismo ansiedad, depresión, insomnio, astenia, anorexia, agitación y cambio en el estado mental; algunos factores, como el cansancio y la falta de sueño disminuyen el umbral del dolor, mientras que otros, como el dormir bien, la comprensión por parte de su entorno, la mejora del humor, las distracciones y el conocimiento de su situación, elevan dicho umbral.

Otras situaciones como la ansiedad y la depresión son generalmente subvaloradas por el personal sanitario, siendo muy frecuentes en este grupo etario y hay que tratarlas, no solo con medidas farmacológicas sino también con apoyo psicológico, social y espiritual. El estreñimiento es un problema frecuente en los anciano, aproximadamente un tercio de los pacientes lo presenta al diagnóstico del cáncer y se agrava por diversas razones, como por ejemplo el uso de opioides.

Otros síntomas como el delirium toman relevancia en el paciente anciano con cáncer terminal; así su incidencia llega a un 83% la última semana de vida.

Finalmente otro aspecto a considerar es el lugar de atención del enfermo terminal. Va a depender de varios factores como el grado de avance de la enfermedad, las preferencias del enfermo y su familia y de que su sistema de salud le otorgue una asistencia adecuada. Lo ideal es contar con varios niveles asistenciales (unidad de hospitalización, hospital de día, consultas externas y atención domiciliaria) todos ellos relacionados entre sí y coordinados con la atención primaria, para asegurar la continuidad de los cuidados. El domicilio ofrece una serie de ventajas como el poder permanecer cerca de los seres queridos; el hospital debido a la presión asistencial y a la falta de formación en cuidados paliativos de su personal contribuyen bien al abandono del paciente como al encarnizamiento terapéutico. Hay situaciones que pueden resolverse ambulatoriamente a través del hospital de día como son las transfusiones de sangre, paracentesis, toracocentesis u hospitalizaciones por horas para evaluación y estabilización de situaciones agudas. El equipo prepara a la familia para el momento de la agonía y refuerza el apoyo emocional para hacer frente al momento de la muerte, por tanto es muy importante la presencia de un equipo de especialistas en terreno.

En un informe reciente de la OMS sobre cuidados paliativos se afirma que hay evidencia de que la gente envejecida sufre innecesariamente debido a una carencia en la evaluación y tratamiento de sus problemas y por falta de acceso a cuidados paliativos. Como dijimos previamente, desde un punto de vista integrador los principios básicos de la geriatría y los cuidados paliativos coinciden: el paciente es el centro de los cuidados y la perspectiva de manejo es multidisciplinaria, holística y comprensiva. Este enfrentamiento es especialmente válido en el paciente geriátrico sometido a una terapia oncológica y que finaliza su proceso de enfermedad al amparo de una unidad de cuidados paliativos oncológicos.




Bibliografía 10.Marta Atienza Correas



 MALNUTRICIÓN
  
Bibliografía: Eugenia Mendez Estevez, Juana Romero Pita ,Mª José Fernández Domínguez , Patricia Troitiño Álvarez , Silvia García Dopazo , Milagros Jardón Blanco et al . ¿Tienen nuestros ancianos un adecuado estado nutricional?: ¿influye su institucionalización?. Nutr. Hosp. 2013 Jun ;28(3): 903-913.

La valoración del estado nutricional tiene como finalidad determinar esta situación en un paciente con el fin de apreciar las eventuales desviaciones de la normalidad tanto en el exceso de nutrición como de una desnutrición en cualquiera de sus formas. Esta última es particularmente importante ya que existe la evidencia de una mayor morbilidad y mortalidad asociada a los paciente desnutridos.

El mal estado nutricional provoca anorexia, aumento del número de infecciones intercurrentes, compromete la inmunocompetencia, retarda la cicatrización de las heridas, puede interferir con la acción de los antibióticos y producir hipoproteinemia, contribuyendo todo ello a que la duración de la enfermedad se prolongue y el pronóstico se agrave

Epidemiologia de la desnutrición:Se calcula que se sitúa entre un 3 y un 7% en caso de población no institucionalizada; si hablamos de población institucionalizada ese porcentaje asciende hasta un 30-60%, siendo la mayoría de los estudios realizados en ancianos mayores de 80 años.

Existen una serie factores de riesgo, bien conocidos, que al estar presentes aumentan la posibilidad de presentar desnutrición en la población anciana: 1) edad mayor a 80 años; 2) ingresos bajos; 3) vivir solo o falta de apoyo; 4) polimedicación; 5) enfermedades crónicas (insuficiencia cardiaca, demencia, patología orofaríngea o neurológica); 6) alteraciones de la masticación; 7) hospitalización e institucionalizados;8) alcoholismo; 9) depresión.


Nuestros ancianos validos están muy bien nutridos. La edad, una buena calidad de vida y un buen apoyo social son factores protectores.

El riesgo de desnutrición se asocia a más edad, estar institucionalizados, mayor numero de patologías y de fármacos.

La realización de estudios de intervención en hábitos nutricionales en ancianos constituirían una importante línea de investigación a impulsar, ya que con pequeños cambios se podrían conseguir importantes mejoras en el estado nutricional de esta población que es donde encontramos mayor riesgo de desnutrición en los países desarrollados.


Bibliografía 9. Marta Atienza Correas


 CUIDADOS AL FINAL DE LA VIDA

Bibliografía: Carlos Jiménez Rojas.Cuidados al final de la vidaRev Esp Geriatr Gerontol 2002;37(5):241-243


Los cuidados al final de la vida se articulan en un concepto más amplio (van más allá de procurar lo que hoy se entiende como buena muerte libre de sufrimiento y angustia para el paciente, familia y cuidadores, acorde con los valores de éstos y consistente con los estándares clínicos, culturales y éticos) que engloba la asistencia médica a los pacientes con enfermedades progresivas en las que no existen tratamientos que vayan a modificar sustancialmente su evolución.

Frente a los modelos «categóricos» o «terminalistas» que sitúan al enfermo terminal como si de otro tipo de paciente se tratara (artificialmente clasificado por unos criterios pronósticos), haciéndole candidato a un tipo diferente de servicios, surge el modelo de los cuidados al final de la vida, mucho más acorde con el que caracteriza desde sus comienzos a la asistencia geriátrica y que incluye pacientes con enfermedades crónicas, de curso menos predecible (y más dependiente de procesos intercurrentes), sin que exista una barrera que los separe de aquellos en los que la muerte se prevé más cercana



Se identifican los siguientes diez aspectos básicos en la calidad de los cuidados al final de la vida:



1. Calidad del control de síntomas físicos y emocionales

2. Mantenimiento de la funcionalidad y de la autonomía

3. Planificación por adelantado

4. Grado de agresividad y elección de la ubicación en situaciones de muerte cercana

5. Satisfacción del paciente y familia

6. Mantenimiento de la calidad de vida global

7. Valoración de la carga familiar y respuesta del sistema a la misma

8. Aspectos pronósticos

9. Asegurar la continuidad en los cuidados

10. Atención al duelo



Resulta especialmente ilustrativo para entender la verdadera dimensión de los cuidados al final de la vida, la descripción de sus cimientos que realiza Hurley:



a) Atención médica en los eventos clínicos agudos

b) Disponibilidad y soporte en cuidados paliativos

c) Proceso de la toma de decisiones

d) Investigación y educación en cuidados al final de la vida


 

Bibliografía 10. Rubén Castro Prada

Prevalencia y factores asociados a malnutrición en ancianos hospitalizados

García Peris P.. Prevalencia y factores asociados a malnutrición en ancianos hospitalizados. An. Med. Interna (Madrid). 2004;  21(6): 5-6

En la actualidad la valoración del estado nutricional, que es además el primer eslabón del tratamiento nutricional, se subdivide a su vez en dos apartados bien definidos: el screening nutricional y la valoración nutricional propiamente dicha.



El objetivo del screening nutricional es identificar a los sujetos malnutridos o que están en riesgo nutricional. Permite identificar personas en las que será necesario realizar una evaluación nutricional más detallada. Por último debe incluir datos objetivos, como la talla, peso, cambios en el peso, enfermedad de base y comorbilidades.

El screening nutricional es muy útil en todas las poblaciones, pero sobre todo en geriatría. Dentro de los tets útiles para realizarlo se incluyen, el Nutrition Screening Initiative (NSI), con el Determine, la Subjetive Global Assessment (VSG) y el Mininutrition Assesment (MNA).

Cuando en el screening nutricional se detecten sujetos en riesgo nutricional, se debe realizar ya una valoración nutricional completa, que incluye: historia clínica, encuesta dietética, exploración física general antropometría, técnicas de composición corporal más complejas si es posible, determinaciones analíticas, estudios inmunológicos, de capacidad funcional, etc.

Con respecto a la valoración nutricional conviene hacer algunas precisiones cuando ésta es realizada en personas mayores. Así, en la encuesta dietética es importante preguntar quién cocina, si come solo y si toma algún suplemento dietético. Con respecto a la antropometría comentar que el peso siempre debe ser reseñado, así como la pérdida de peso reciente. Si el anciano refiere pérdida de peso, sin causa aparente, es un dato de suma importancia en cuanto al pronóstico y el tratamiento. Decir también con referencia al índice de masa corporal (IMC), que el American Commité on Diet and Health ha establecido que IMC inferiores a 24 kg/m2 y superiores a 29 kg/m2, no son deseables en individuos de más de 65 años. Es decir, parece que los estándares de normalidad en cuanto al IMC, son más altos que para la población menor de 65 años.

En cuanto a los pliegues, comentar que a la hora de interpretarlos no debemos de olvidar que con la edad disminuye la masa magra y aumenta la masa grasa, y que esta se distribuye de forma distinta que en la persona joven, ya que en los ancianos aumenta la grasa intraabdominal y disminuye la subcutánea. 

Con respecto a los parámetros analíticos hacer la reflexión de que en la actualidad a la albúmina se la considera más un indicador de morbi-mortalidad, que nutricional y que con la edad la concentración de albúmina puede disminuir entre un 3 y un 8% por cada década, después de los 70 años. De todas formas la hipoalbuminemia nunca debería atribuirse a la edad "per se", y siempre es necesario evaluar que causas nutricionales o no nutricionales están implicadas en su aparición. Igualmente descensos significativos en la hemoglobina y en el hematocrito no deben ser atribuidos a la edad. Como la hipoalbuminemia, la anemia en los ancianos debería conducir siempre a descartar una etiología nutricional o no. Téngase en cuenta que la prevalencia de déficit de hierro en las personas mayores es hasta del 44%. Especial mención hay que hacer también de las vitaminas en esta población, estando indicado realizar siempre que sea posible una valoración de las mismas. De hecho se han descrito deficiencias de vitaminas hidrosolubles, como la vitamina C, B6, B12 y fólico y de liposolubles, principalmente la vitamina D.

La valoración de la capacidad funcional nunca debe olvidarse en esta población y para ello el indice de Katz o el de Barthel son de gran utilidad, como se demuestra en el estudio a propósito de esta editorial. 

Un vez conocido el estado nutricional del anciano, si este no fuese el adecuado es necesario hacerle una recomendación en cuanto a su ingesta oral, teniendo en cuenta las recomendaciones de energía, proteínas y micronutrientes acorde a su edad y actividad.

Ahora bien, en muchas ocasiones la alimentación oral no es suficiente para mantener un estado nutricional adecuado. En estos casos en primer lugar se intentará optimizar la dieta oral con consejos en cuanto a número de comidas, consistencia, etc. Si esto no fuese suficiente en la actualidad disponemos de preparados para alimentación oral equilibrados, de diferente textura y sabores, muy útiles en esta población. Cuando estas alternativas fallan debemos recurrir a los suplementos nutricionales y cuando la alimentación oral es insuficiente o no es posible, a la nutrición artificial, enteral o parenteral, según el aparato digestivo sea funcionante o no.