Bórquez P, Romero C; El paciente oncológico geriátrico; Rev Chilena de Cirugía. 59 (6); Dic 2007: págs 467-471. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-40262007000600015&script=sci_arttext
CUIDADOS PALIATIVOS DEL ANCIANO CON CÁNCER AVANZADO
La OMS definió a los cuidados paliativos como el cuidado activo y total a cargo de un equipo multiprofesional cuando el objetivo del tratamiento ya no es la curación. El cuidado paliativo enfatiza el alivio del dolor y de otros síntomas, integrando en la atención el cuidado físico, psicológico, social y espiritual.
A nivel mundial más de la mitad de las enfermedades malignas se detectan en pacientes mayores de 65 años y en muchas de ellas no se llega a un diagnóstico en forma precoz, por lo que no se puede establecer un tratamiento adecuado debido al estado avanzado de la enfermedad. Esto determina un gran número de pacientes adultos mayores en cuidados paliativos, y Chile no escapa a esa realidad.
El año 2005, del total de ingresos al programa de alivio del dolor y cuidados paliativos por cáncer avanzado del MINSAL, los mayores de 65 años representan un 60,1%. En la décima región, en la provincia de Osorno un 63,6% de los ingresos correspondió al grupo de mayores de 60 años durante el año 2006.
CUIDADOS PALIATIVOS Y GERIATRÍA, MÁS ALLÁ DE LA MEDICINA TRADICIONAL
La geriatría y los cuidados paliativos son ramas diferentes de la medicina que, sin embargo, comparten una serie de características: ambas han tenido un desarrollo creciente en las últimas décadas, intentan mejorar la calidad de vida, entregar una atención integral y un manejo interdisciplinario a los pacientes.
El problema del anciano con cáncer avanzado traspasa el ámbito meramente sanitario para convertirse en un problema social y económico. Se pierde progresivamente la capacidad de autovalencia. Esto se traduce en una falta de seguimiento del tratamiento, desnutrición, higiene defectuosa, aparición de escaras entre otras. Afortunadamente, es frecuente que el anciano reciba ayuda de la familia o los vecinos, y se evita una buena parte de estos problemas. Sin embargo, cada vez existe una mayor presión para que el anciano con cáncer pase el período terminal ingresado en el hospital, con la consiguiente sobrecarga asistencial. Esto da lugar a ingresos repetidos, a menudo innecesarios, para controlar o paliar las complicaciones que surgen y otras veces sólo por motivos sociales.
Las razones que se aducen para ello son variadas, pero hay dos que se repiten con frecuencia: la imposibilidad de la familia para atenderlo, por problemas laborales, falta de espacio, presencia de niños, y por la sensación de falta de atención médica en el domicilio. De este modo una atención integral por parte de la medicina paliativa, a través de un equipo multi-disciplinario, es esencial para estos pacientes y su familia, extendiendo la atención hacia el hogar del anciano; así se maneja mejor un factor que aumenta el sufrimiento, como es estar fuera de su entorno y sin sus seres queridos.
Los síntomas que presenta el anciano con cáncer avanzado pueden ser secundarios al cáncer que padece, al tratamiento, a los fármacos, a la desnutrición, y/o a la comorbilidad. El dolor es el síntoma más frecuente y más temido en los pacientes ancianos con cáncer avanzado, al igual que para la población general. Puede producir por si mismo ansiedad, depresión, insomnio, astenia, anorexia, agitación y cambio en el estado mental; algunos factores, como el cansancio y la falta de sueño disminuyen el umbral del dolor, mientras que otros, como el dormir bien, la comprensión por parte de su entorno, la mejora del humor, las distracciones y el conocimiento de su situación, elevan dicho umbral.
Otras situaciones como la ansiedad y la depresión son generalmente subvaloradas por el personal sanitario, siendo muy frecuentes en este grupo etario y hay que tratarlas, no solo con medidas farmacológicas sino también con apoyo psicológico, social y espiritual. El estreñimiento es un problema frecuente en los anciano, aproximadamente un tercio de los pacientes lo presenta al diagnóstico del cáncer y se agrava por diversas razones, como por ejemplo el uso de opioides.
Otros síntomas como el delirium toman relevancia en el paciente anciano con cáncer terminal; así su incidencia llega a un 83% la última semana de vida.
Finalmente otro aspecto a considerar es el lugar de atención del enfermo terminal. Va a depender de varios factores como el grado de avance de la enfermedad, las preferencias del enfermo y su familia y de que su sistema de salud le otorgue una asistencia adecuada. Lo ideal es contar con varios niveles asistenciales (unidad de hospitalización, hospital de día, consultas externas y atención domiciliaria) todos ellos relacionados entre sí y coordinados con la atención primaria, para asegurar la continuidad de los cuidados. El domicilio ofrece una serie de ventajas como el poder permanecer cerca de los seres queridos; el hospital debido a la presión asistencial y a la falta de formación en cuidados paliativos de su personal contribuyen bien al abandono del paciente como al encarnizamiento terapéutico. Hay situaciones que pueden resolverse ambulatoriamente a través del hospital de día como son las transfusiones de sangre, paracentesis, toracocentesis u hospitalizaciones por horas para evaluación y estabilización de situaciones agudas. El equipo prepara a la familia para el momento de la agonía y refuerza el apoyo emocional para hacer frente al momento de la muerte, por tanto es muy importante la presencia de un equipo de especialistas en terreno.
En un informe reciente de la OMS sobre cuidados paliativos se afirma que hay evidencia de que la gente envejecida sufre innecesariamente debido a una carencia en la evaluación y tratamiento de sus problemas y por falta de acceso a cuidados paliativos. Como dijimos previamente, desde un punto de vista integrador los principios básicos de la geriatría y los cuidados paliativos coinciden: el paciente es el centro de los cuidados y la perspectiva de manejo es multidisciplinaria, holística y comprensiva. Este enfrentamiento es especialmente válido en el paciente geriátrico sometido a una terapia oncológica y que finaliza su proceso de enfermedad al amparo de una unidad de cuidados paliativos oncológicos.