Prevalencia y factores asociados a malnutrición en ancianos hospitalizados
García Peris P.. Prevalencia y factores asociados a malnutrición en ancianos hospitalizados. An. Med. Interna (Madrid). 2004; 21(6): 5-6
En la actualidad la valoración del estado nutricional, que es además el primer eslabón del tratamiento nutricional, se subdivide a su vez en dos apartados bien definidos: el screening nutricional y la valoración nutricional propiamente dicha.
En la actualidad la valoración del estado nutricional, que es además el primer eslabón del tratamiento nutricional, se subdivide a su vez en dos apartados bien definidos: el screening nutricional y la valoración nutricional propiamente dicha.
El objetivo del screening nutricional es identificar a los sujetos malnutridos o que están en riesgo nutricional. Permite identificar personas en las que será necesario realizar una evaluación nutricional más detallada. Por último debe incluir datos objetivos, como la talla, peso, cambios en el peso, enfermedad de base y comorbilidades.
El screening nutricional es muy útil en todas las poblaciones, pero sobre todo en geriatría. Dentro de los tets útiles para realizarlo se incluyen, el Nutrition Screening Initiative (NSI), con el Determine, la Subjetive Global Assessment (VSG) y el Mininutrition Assesment (MNA).
Cuando en el screening nutricional se detecten sujetos en riesgo nutricional, se debe realizar ya una valoración nutricional completa, que incluye: historia clínica, encuesta dietética, exploración física general antropometría, técnicas de composición corporal más complejas si es posible, determinaciones analíticas, estudios inmunológicos, de capacidad funcional, etc.
Con respecto a la valoración nutricional conviene hacer algunas precisiones cuando ésta es realizada en personas mayores. Así, en la encuesta dietética es importante preguntar quién cocina, si come solo y si toma algún suplemento dietético. Con respecto a la antropometría comentar que el peso siempre debe ser reseñado, así como la pérdida de peso reciente. Si el anciano refiere pérdida de peso, sin causa aparente, es un dato de suma importancia en cuanto al pronóstico y el tratamiento. Decir también con referencia al índice de masa corporal (IMC), que el American Commité on Diet and Health ha establecido que IMC inferiores a 24 kg/m2 y superiores a 29 kg/m2, no son deseables en individuos de más de 65 años. Es decir, parece que los estándares de normalidad en cuanto al IMC, son más altos que para la población menor de 65 años.
En cuanto a los pliegues, comentar que a la hora de interpretarlos no debemos de olvidar que con la edad disminuye la masa magra y aumenta la masa grasa, y que esta se distribuye de forma distinta que en la persona joven, ya que en los ancianos aumenta la grasa intraabdominal y disminuye la subcutánea.
Con respecto a los parámetros analíticos hacer la reflexión de que en la actualidad a la albúmina se la considera más un indicador de morbi-mortalidad, que nutricional y que con la edad la concentración de albúmina puede disminuir entre un 3 y un 8% por cada década, después de los 70 años. De todas formas la hipoalbuminemia nunca debería atribuirse a la edad "per se", y siempre es necesario evaluar que causas nutricionales o no nutricionales están implicadas en su aparición. Igualmente descensos significativos en la hemoglobina y en el hematocrito no deben ser atribuidos a la edad. Como la hipoalbuminemia, la anemia en los ancianos debería conducir siempre a descartar una etiología nutricional o no. Téngase en cuenta que la prevalencia de déficit de hierro en las personas mayores es hasta del 44%. Especial mención hay que hacer también de las vitaminas en esta población, estando indicado realizar siempre que sea posible una valoración de las mismas. De hecho se han descrito deficiencias de vitaminas hidrosolubles, como la vitamina C, B6, B12 y fólico y de liposolubles, principalmente la vitamina D.
La valoración de la capacidad funcional nunca debe olvidarse en esta población y para ello el indice de Katz o el de Barthel son de gran utilidad, como se demuestra en el estudio a propósito de esta editorial.
Un vez conocido el estado nutricional del anciano, si este no fuese el adecuado es necesario hacerle una recomendación en cuanto a su ingesta oral, teniendo en cuenta las recomendaciones de energía, proteínas y micronutrientes acorde a su edad y actividad.
Ahora bien, en muchas ocasiones la alimentación oral no es suficiente para mantener un estado nutricional adecuado. En estos casos en primer lugar se intentará optimizar la dieta oral con consejos en cuanto a número de comidas, consistencia, etc. Si esto no fuese suficiente en la actualidad disponemos de preparados para alimentación oral equilibrados, de diferente textura y sabores, muy útiles en esta población. Cuando estas alternativas fallan debemos recurrir a los suplementos nutricionales y cuando la alimentación oral es insuficiente o no es posible, a la nutrición artificial, enteral o parenteral, según el aparato digestivo sea funcionante o no.
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